16 de diciembre de 2011

El aduanero borracho

A veces tan sólo vemos lo que queremos ver. Nuestra retina es una aduana inconscientemente selectiva. Pequeños universos retinianos donde se pide pasaporte y todo tipo de documentación a la entrada. Y en cuanto algo no cuadra, entrada denegada. 

¿Cuál es el motivo de su entrada?  ¿Cuánto tiempo piensa usted quedarse? ¿Se quedará usted en las afueras o viajará por el nervio óptico para llegar hasta el centro?  Y si es así, ¿cuál es su intención una vez allí? ¿Pretende usted atentar contra el presidente de este cuerpo? ¿Es usted portador de algún tipo de arma hiriente?  ¿Alguna vez ha intentado obtener algo en este u otro cerebro bajo falso testimonio? 

Hay días en que el aduanero se levantó de buena mañana, tomó un buen desayuno, y durante su largo viaje hacia el trabajo se concienció de su tarea diaria. Entonces, probablemente tendremos la nación a salvo. Crearemos un mundo asquerosamente perfecto, donde sólo ciudadanos responsables y ejemplares circularán por sus calles de forma intachable y ordenada. Una nación donde impera el orden y la ley de la lógica. Una vida eficiente y práctica.

Pero también hay días en que el aduanero se fue anoche de farra. Y aún medio colocado, le parece divertido dejar pasar mercancías peligrosas. Material radiactivo, corrosivo, explosivo y virulento,  en manos de terroristas, revolucionarios y otros locos sin alma. 


Y como buena mercancía para mi cerebro, esta de Fito y Extremoduro.


2 comentarios:

  1. Quis custodiet ipsos custodes?
    A veces necesitamos decirnos una mentira piadosa y ser benevolentes con nosotros mismos.
    Si fueramos perfectos.... ¿Quien quiere ser perfecto?
    UN ABRAZO !!!

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  2. Pues yo no quiero serlo, que es más divertido ser imperfecto!! (Supongo...)
    Muy buena frase, para pensar...
    Abrazos!

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