30 de agosto de 2011

Aprendiendo a sonreir


Cada día te levantas y coges del cajón la sonrisa que toca. Y no son como las bragas de zara, que siempre te permiten hacer una bonita combinación. Hoy quisieras ser feliz pero solo encuentras esa horrible sonrisa horizontal. Y manda huevos las ganas de ponértela, pero el resto están para lavar… Así que hoy no se elige, toca lo que toca. Te la pones con resignación y después de mojarla en la ducha usas la técnica del lápiz de ojos. Pero quien conoce tus bragas también sabe cómo estás sin maquillar. Así que sales a la calle con esa sonrisa fea. Pero al día siguiente descubres asombrado que alguien vino a hacer la colada. Unos no entenderán cómo es posible y otros simplemente admirarán tu suerte. El caso es que hay días en que el cajón está lleno, y es todo un regalo tener la libertad de elegir hoy la sonrisa que andabas buscando. Justo esa, la de la izquierda, al lado de aquel maldito experimento que salió mal, al lado de la llamada desagradable que recibiste esta tarde y rodeada también de todas esas palabras que escuchaste ayer. Pero bastan dos dedos para sacarla con cuidado, ponértela y echar a andar. Quizá sea un don. O quizá sean ganas y fuerza de voluntad; y es que “j´ai decidé d´être heureux parce que c´est bon pour la santé”

Para buen rollo: El aire de la calle. (Los delinqüentes)
Imagen: Closterium (Proyecto Agua)

3 comentarios: