30 de septiembre de 2011

Diario de Jueves

Ayer hasta yo quedé con un mal sabor de boca después de mi última entrada. Mi vida se está volviendo un poco insana, sí. Pero hasta en un ambiente insano, todos (o casi todos) los días hay algo de lo que reírse. Hoy el tiempo finalmente acompañó, y volví a subir y a reír. Ha sido un día gracioso. He llegado al laboratorio a las nueve de la mañana y he salido de allí a las 10 de la noche. Con respecto a esto lo llamo "gracioso" porque estoy de buen humor y no me apetece decir palabrotas, pero merecería algún otro adjetivo. A medio día, cuando yo pensaba tomarme el resto de experimentos con calma y salir a una hora razonable, ha llegado un mail general con un asunto inquietante. Decía así:  “Inverted confocal free from 18.00 h to 21.00 h”. El inverted confocal, o confocal invertido, es un aparatejo tremendo que sirve principalmente para hacer fotos y que trae más cola que la del paro. Las reservas se abren una semana antes a las 10 de la mañana. Se reserva a través de la intranet. Y ya he visto escenas de gente sentada delante del ordenador, cual pistoleros, calentando los dedos para en cuanto se levante la veda, ser el más rápido y llegar el primero al ansiado botón “reservar”.  Así que cuando alguien abandona su reserva, y llega un mail diciendo que queda libre, es como si te dijeran que la rubia maciza del quinto se ha quedado libre. Se te dispara la adrenalina, te bloqueas por un momento y corres después para ser el primero en llegar. He perdido toda mi feminidad corriendo con mis tacones como alma que lleva el diablo. He derrapado por los pasillos. Pero he llegado! Y lo peor de todo es que me ha alegrado el día. Así de simple soy. Me he puesto mi música y allí he estado a oscuras 4 horas haciendo fotos como posesa. Y he salido agotada, hambrienta, con las pupilas como platos, pero tan contenta, sonriendo por el trabajo bien hecho y acabado.

Llegando a casa he tenido que luchar contra otra de las cosas que aquí escasea… el aparcamiento. Después del día de hoy había pensado en levantarme un poquito más tarde mañana así que he decidido evitar la zona azul para no tener que pagar. Después de 700 vueltas he encontrado probablemente el único sitio libre de toda la ciudad. Libre y estrecho. Y con tres hombretones alrededor que han decidido sacarme los colores a base de piropos de esos tan halagadores como brutos, casi metiendo la cabeza por mi ventanilla. El resultado ha sido que así no hay quien aparque. He mirado un par de veces más las dimensiones, he procesado las burradas y he decidido que sin un mínimo de concentración aquello iba a resultar más que imposible. Así que los piropos me han costado un ticket para que mañana me dejen dormir media horilla más. Me he sentido medio gilipollas por irme de allí, pero he decidido tomármelo con humor. 
La siguiente escena ha sido en el ascensor de mi casa. Subo, cierro la puerta, me giro, y veo una nota que dice: “MC, tengo algo tuyo (Braguitas)”.  El otro día tendiendo, se me cayeron, pues eso, unas braguitas, a casa de la vecina. Y lo mejor de todo fue que se me tuvieron que caer las bragas feas, las más viejas y feas que tenía. El hecho de que este tipo de bragas estuviera entre mi colada puede dar una idea del momento sentimental-sexual que estoy atravesando. Las bonitas están dobladas en el cajón. Las feas pasan por mi lavadora. Creo que no hace falta más detalles… Es obvio. Por suerte, la señora de abajo no es el bombero macizo del pueblo. Afortunadamente estoy segura de que mis bragas siguen siendo mucho más pequeñas y monas que las suyas. Pero bueno… El caso es que la nota me ha parecido del todo indiscreta, pero me ha hecho mucha gracia, porque venía de buen humor. Así que le he escrito otra nota que decía: “Mañana paso a recogerlas, hoy he llegado muy tarde. Gracias Paquita”. Nada más escribirla, he caído en la cuenta. He vuelto a mirar su nota. En realidad había leído mal y la pobre mujer, tan solo había escrito “MC, tengo algo tuyo (Paquita)”. Creo que se han oído mis carcajadas en todo el bloque. 
Con los ojos todavía llenos de lágrimas he entrado en casa. Odio que suene el maldito teléfono cuando llego a estas horas, pero ha ocurrido de nuevo. Era mi hermana. Y me ha llamado para contarme un sueño. Dice que ha soñado que yo trabajaba como puta de lujo. Y que la pobre se ha pasado toda la noche echando cuentas hasta que pudo ajustar  los gastos y ofrecer pasarme todos los meses 500 euros para que pudiera dejar ese trabajo que me tenía tan estresada…(Supongo que en su sueño estarían en activo mis bragas más bonitas y no las que me ha recogido Paquita)  Al final, contándome los detalles ha conseguido que de algo que odio tanto haya salido una conversación agradable que me ha hecho reír otro buen rato.

En fin, todas estas tonterías que cuento son tan sólo para resaltar que hay momentos en que cualquier gilipollez te puede alegrar el día. Evidentemente no es la gilipollez en sí, supongo que es la predisposición. Y yo hoy estaba predispuesta. Y tengo unas pequeñas agujetas en los mofletes, que eso siempre es buena señal. 

Siento ser repetitiva, pero esta canción es la que me ha dado la paz para hacer 4 horas de maravillosas fotos como la que aquí pongo. (Que sé que sólo me emociona a mí, pero bueno, por si a alguien le interesa son células de un nervio)

28 de septiembre de 2011

Cuestión de salud

Hoy he sentido ganas de huir. Sería la segunda vez en mi vida que lo hiciera. La primera en busca de aire. Esta por salud y autocompasión. Me cuesta creerlo. No puedo querer huir. No por autocompasión, yo no soy así. He pensado que quizá me ha surgido ese instinto que nunca pensé que llegaría. El de las ganas de una pequeña dosis de volver al hogar. Pero dónde vuelves cuando ya no sabes dónde está tu hogar? A aquel lugar de donde huí en busca de aire? Cuando caes inesperadamente en picado te dejas a todos ahí arriba. Y topas aquí abajo con una fría e irreal soledad. Y se puede llegar a echar de menos la asfixia de aquel calor. Quizá en este preciso instante fuera necesario. Quizá lo necesite. Pero sé que me faltaría el aire nada más llegar. Y volvería a huir. Y en la huida me volvería a enredar. Y volvería a errar. Me he dado cuenta de que en realidad se han sumado las ganas de huir. Las de hoy a las de ayer. Si ayer me alejé, hoy no volvería, sino que me alejaría aún más.

Sé que hoy estoy aquí abajo. Y que mañana, si el tiempo acompaña, quizá vuelva a subir. La vida para mí empieza a ser insana. Literalmente. Pero por salud me tengo que quedar. Si esta vez huyera me dejaría atrás las ganas, la fuerza y todas mis lecciones.  

Hoy oí, pero no escuché absolutamente nada. Pero en días como hoy, esta magnífica canción es infalible para hacerme llorar. Y quizá ya tocaba...: Everybody hurts (REM)

Imagen: Johanesj

25 de septiembre de 2011

Mi yo futuro


Alguna vez habéis puesto empeño en el presente por algo que sabéis que no funcionará, o no será útil, o incluso será perjudicial en el futuro?
Hace unos días leí por aquí cerca una frase muy bien colocada “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo hoy todavía plantaría un árbol" (Martin Luther King). Pensé en esa frase y le busqué mis propias aplicaciones y sentido. La primera es la esperanza, el optimismo. El mundo acabará mañana, pero como todas las cosas malas, hasta el final no se pierde la esperanza de que no sea así. Por tanto podemos hacer algo hoy con la esperanza de que sirva para mañana contra todo pronóstico y previsión.  Mi otra aplicación tendría algo de relación con el “Carpe diem”. Hazlo hoy sin importar qué ocurrirá mañana. No importa que mañana ya no sea útil, simplemente disfruta de hacerlo.
Yo siempre hablo de mi otro yo, el de mañana. Cada día que me levanto soy una persona distinta o renovada, porque todos y cada uno de los días de nuestra vida cambian y añaden algo a nuestro interior. Todos y cada uno de ellos. El simple hecho de que tu cerebro se ponga en marcha al levantarte hace que inevitablemente pienses. Y cualquier pensamiento ya es algo nuevo per se. Mi yo futuro siempre dispondrá de más información que mi yo presente. Y con más información se trabaja mejor. Así que él será más apto para solucionar lo que estoy haciendo hoy. Estará más preparado para aceptarlo, para decidir si es útil o no y qué hacer con ello. Y a su vez para tomar nuevas decisiones que mi yo futuro-futuro ya solucionará.  Pero sobre todo, al de mañana aún no le conozco, así que aún no me duele. El que duele es el de hoy. Y a ese es al que intento salvar el culo, al que intento darle placer, mimar, hacer feliz.
Tras esta última frase me he dado cuenta de que, sin querer, acabo de definir mi posición.  Creo que yo también plantaría hoy un árbol. Aún no sé si por esperanza, por optimismo o por el simple placer de hacerlo. Si mañana no sirviera, o entorpeciera el camino, que lo arranque mi otro yo.

Reconozco que hoy la resaca aún no me ha dejado escuchar nada, pero me apetece mucho: Love, our love (The sunday drivers)

Imagen: tomé esta foto en Cádiz. Quizá el árbol que plantemos hoy mañana podría ser así. Si no se acaba el mundo...

23 de septiembre de 2011

Stressful "little things"

Hace unos días decidí escribir todo aquello que me agradaba, que me alegraba el día. Hoy tengo un día negro y me apetece escribir algo más negro. Tengo un poco de obsesión por la simetría, por la cara y la cruz. Así que hoy he decidido envenenarme un poco por dentro y escribir arrugando la frente y apretando los dientes todo lo que no me gusta, lo que me estresa,lo que me desagrada. Desde lo más leve hasta lo que me hacer cabrearme unos segundos y decir palabras feas. Así que un dos tres, responda otra vez: el olor a pis en las calles (bueno, y en cualquier sitio). El laísmo. Que me corten los bostezos. Las señoras que se lanzan sin compasión al asiento del metro. La gente guapa que lo sabe y lo dice; inmediatamente deja de parecérmelo. La gente que es lista, lo sabe y lo dice; inmediatamente paso a pensar que son tontos. Quizá pueda parecer hipocresía, pero yo prefiero llamarlo humildad. Las sonrisas forzadas y sincronizadas para hacer una foto. Los cachas con mirada de “nena, sé que te vuelvo loca”. Lavar el coche y que llueva. Que se me rice el flequillo con la lluvia!. Las zapatillas de deporte color “blanco-nuclear-acabodeestrenarlas”. Que la gente enseñe la hucha o la cuerda del tanga por encima del vaquero, hay que dejar algo a la imaginación…  Los padres que se pasean impasibles mientras sus hijos tocan y tiran todo en una tienda. Las cosas que son así “porque siempre han sido así”.  El sonido de los partidos de fútbol a través de la radio. El olor del marisco. Las mujeres que conducen como “mujeres”. El pan puesto del revés. Las ventanas de error de Windows que sólo te dan la opción de pinchar en un resignado “Aceptar”. Que sobre comida y vaya a la basura. La violencia; nunca, jamás, bajo ningún concepto (la verbal, cuando uno se habla a sí mismo, me parece en cambio más que saludable). Los tacaños. Los prejuicios. Los cotilleos. La estupidez adolescente (si es cierto que todos fuimos así algún día, mi memoria me ha hecho el gran favor de deshacerse de algunas cosas). La gente que no valora el conocimiento, la ciencia.  Las tiendas de ropa que ponen música al volumen de una discoteca; no sabes si meterte al probador o pedirte una copa. Los bebés vestidos o enjoyados como adultos. Que me den conversación recién levantada mientras llevo a cabo mi íntimo y sagrado ritual del desayuno; necesito al menos media hora para ser un animal racional y sociable. El machismo. La manía de las madres de limpiarte con saliva cualquier cosa que hay en tu cara (afortunadamente la mía lo aprendió hace ya muchos años). El maltrato o desprecio hacia los animales. La gente que no sabe que en la calle existen papeleras. Hablar por teléfono. La lluvia en invierno. Los cuadros torcidos. El café del buffet libre del desayuno en los hoteles; así no hay quien despierte!!  
Ahora que lo leo todo junto me siento como una vieja gruñona… Lo leo y me voy cabreando cada vez más…

Imagen: foto al microscopio donde se ven teñidas neuronas de la amígdala. Una parte de nuestro cerebro muy implicada en la memoria emocional. Digamos, en el “aprender” a partir de las emociones. Muy estudiada su relación  y actividad en situaciones de miedo, ansiedad y estrés. Lo mismo que me produce a mí algunas de las cosas que he escrito…

20 de septiembre de 2011

Mal de orgullo


Hay ocasiones en las que algo o alguien te hiere (en realidad, detrás de algo siempre hay un alguien). Y a veces resulta difícil distinguir si te han herido el orgullo o el corazón. Porque supongo que el orgullo, en estado puro, no tiene nada que ver con el corazón. O sí…? No lo sé. Si es que no, supongo entonces que el orgullo reside en el cerebro. En mis clases de fisiología nadie me lo enseñó. Deberían hacerlo... Así que, si mi teoría es cierta debería distinguirse un dolor de cerebro de un dolor de corazón. Pero no es tan fácil.  Ay, no sé!! Esto es como el tan referido malestar general cuando la gente va al médico, que duele todo y nada en concreto... Si el orgullo está en el cerebro entonces deberían haber inventado otro órgano con el que pensar, porque no se puede pensar con lo mismo que intentas descubrir si es lo que te duele, porque al final te acaba doliendo de verdad y entonces ya no sirve para pensar. Que alguien me separe la cabeza del tronco y me ponga un dolorímetro! Quedaría eternamente agradecida…

Hoy mi cerebro ha escuchado 700 veces: Kangpe (Nneka)

Imagen: foto al microscopio de una sección de cerebro con una tinción que marca mielina (eso que entre otras cosas nos permite pensar rápidamente, demasiado a veces...)

18 de septiembre de 2011

"Little things"


Hay pequeñas cosas, algunas manías más que estúpidas, o cosas banales, pero que adoro, o que me dan buen rollo. Que me hacen sentir bien unos segundos, o incluso que me alegran el día entero. He pensado que sería una buena idea escribir algunas de ellas, para leerlas y respirarlas una a una cuando no haya nada más grande de qué disfrutar. Como por ejemplo, encontrar a alguien que me salude con una sonrisa de verdad nada más llegar a trabajar. Los grumos de colacao que quedan sin disolver y que te puedes comer a cucharadas. Que alguien me pregunte cómo ir a algún lugar y poder explicárselo, y acertar! El olor del suavizante en las sábanas. Tener un boli azul y uno negro en el bote del escritorio del laboratorio; a veces es todo un placer incluso tener sólo el puto verde, pero el caso es no tener que levantarme a buscar uno. El silencio en la noche para poder escribir. Cuando suena el despertador y me doy cuenta de que se me olvidó; hoy es fiesta y no hay que levantarse! Chupar la tapa de los yogures. Cuando hago mi zafarrancho semanal y todo queda limpio y ordenado por unas horas antes de volver al caos, me paro y miro alrededor con cara de Mr. Proper, orgullosa... El último sorbo del café de la mañana. Los primeros sorbos de un granizado, antes de que sólo quede una montaña helada insulsa e incolora. Los chistes machistas. Cuando muevo las placas de células haciendo forma de cruz, cierro los ojos y me imagino que soy una de ellas, sigo el movimiento y sé perfectamente en qué momento están repartidas de forma homogénea, justo ahora!  Sacar la ropa de verano. Asegurarme de que he bebido por todo el perímetro del borde de un vaso. Comprobar cuánto aguanto sin pisar la junta de las baldosas de la calle sin que nadie lo note demasiado. El término “pagafantas”; cualquier historia con esta palabra me hace reír seguro… Cuando puedo solucionar un problema informático a alguno de mis compañeros y me miran con cara de admiración (no tengo ni puta idea, pero aquí soy la hostia!). El último cigarro de la noche. Que te llamen simplemente “guapa” por la calle, o aún mejor, los piropos sin palabras. Tener ganas de estornudar y encontrar ese rayo de sol en el momento apropiado. Acelerar y saltarme los semáforos justo cuando se pone rojo. Cuando las velas arden por igual por todos los bordes y no se quedan con un precipicio irrescatable. Que alguien poco conocido te diga abiertamente que le caes bien, que le das buen rollo. Cuando la música de mi Ipod, mi PC, y mi pendrive del coche están perfectamente sincronizados. Cuando una vez cada dos o tres meses soy “constante” y me acuerdo de darme la crema de día, la de noche, el serum, el tónico y el exfoliante, y todo en su debido orden y momento del día; un trabajo agotador... Cantar en el coche durante los atascos. Cuando los triplicados de mis experimentos se comportan como tal y no van cada uno a su puta bola. Que me rasquen la espalda. Cuando ligo en un mismo día con el poli,  el heladero, el cartero, el del coche azul, el jardinero y el de la tienda de la esquina; mis estúpidos principios se interponen, pero hay días que consiguen que me lo crea… y qué bien sienta…!!. Los abuelitos desconocidos que entablan rápidamente una conversación agradable con cualquier excusa para darte un consejo. Golpear con el anillo la palanca de cambios al ritmo de la música. Que los amigos te abracen. Cuando encuentro unos zapatos que me gustan y tienen un tacón aceptable, que no parezca que vas subida a un andamio. Ah, sí!! Y cuando se tuerce el pie alguna de esas que van subidas en los andamios para ir a pasear el perro...!! (Sin maldad…). Y por último, darme cuenta de que estoy disfrutando de semejante estupidez y pensar que de verdad va a resultar que tengo los cojones y el humor necesarios para ser feliz, aunque sea un rato…

Hoy superé el trabajo dominical gracias a: Chelsea Dagger (The Fratellis)

10 de septiembre de 2011

Cerrado por vacaciones



Ahora mismo está aquí, sentada a mi lado. Qué extraño, hace unos días me levanté una mañana y pensé que se había ido para siempre. En seguida me di cuenta de que no podía ser. Aún quedaban algunas cosas por aquí dentro guardadas, así que seguramente no tardaría en volver por ellas. Pero preferí no prestar demasiada atención y simplemente disfrutar de su feliz ausencia.

Un par de tardes, cuando creí estar olvidando su cara me pareció verla pasar muy cerca. Di media vuelta, por si acaso era, mejor no cruzar la mirada. Y ahora está aquí, sentada y mirándome fijamente.

En realidad sabía que regresaría, sin invitación y sin ninguna excusa. Así es como suele hacerlo. Pero siempre recurro a mi otro yo, mi yo futuro. El de hoy disfruta de no verla, el de mañana ya le sostendrá la mirada.

Hoy me siento débil y creo que pudo olerlo. Y si hago recuento de mis armas tengo más que suficientes para ganar esta batalla, pero aún así se atrevió a entrar. Y aquí está, con los pies sobre la mesa, sin ninguna intención de irse. Al menos esta noche… Pasearé por el salón, me sentaré a escribir, me fumaré todo lo que tenga a mano mientras siento su presencia. Pero no la miraré, como quien no se mira los golpes para no sentirse maltratado.

Mañana, cuando esta puta tristeza se vaya, que lo hará, colgaré un cartel en la puerta que diga “cerrado por vacaciones”.

Hoy...: So sorry (Feist)