Ayer hasta yo quedé con un mal sabor de boca después de mi última entrada. Mi vida se está volviendo un poco insana, sí. Pero hasta en un ambiente insano, todos (o casi todos) los días hay algo de lo que reírse. Hoy el tiempo finalmente acompañó, y volví a subir y a reír. Ha sido un día gracioso. He llegado al laboratorio a las nueve de la mañana y he salido de allí a las 10 de la noche. Con respecto a esto lo llamo "gracioso" porque estoy de buen humor y no me apetece decir palabrotas, pero merecería algún otro adjetivo. A medio día, cuando yo pensaba tomarme el resto de experimentos con calma y salir a una hora razonable, ha llegado un mail general con un asunto inquietante. Decía así: “Inverted confocal free from 18.00 h to 21.00 h”. El inverted confocal, o confocal invertido, es un aparatejo tremendo que sirve principalmente para hacer fotos y que trae más cola que la del paro. Las reservas se abren una semana antes a las 10 de la mañana. Se reserva a través de la intranet. Y ya he visto escenas de gente sentada delante del ordenador, cual pistoleros, calentando los dedos para en cuanto se levante la veda, ser el más rápido y llegar el primero al ansiado botón “reservar”. Así que cuando alguien abandona su reserva, y llega un mail diciendo que queda libre, es como si te dijeran que la rubia maciza del quinto se ha quedado libre. Se te dispara la adrenalina, te bloqueas por un momento y corres después para ser el primero en llegar. He perdido toda mi feminidad corriendo con mis tacones como alma que lleva el diablo. He derrapado por los pasillos. Pero he llegado! Y lo peor de todo es que me ha alegrado el día. Así de simple soy. Me he puesto mi música y allí he estado a oscuras 4 horas haciendo fotos como posesa. Y he salido agotada, hambrienta, con las pupilas como platos, pero tan contenta, sonriendo por el trabajo bien hecho y acabado.
Llegando a casa he tenido que luchar contra otra de las cosas que aquí escasea… el aparcamiento. Después del día de hoy había pensado en levantarme un poquito más tarde mañana así que he decidido evitar la zona azul para no tener que pagar. Después de 700 vueltas he encontrado probablemente el único sitio libre de toda la ciudad. Libre y estrecho. Y con tres hombretones alrededor que han decidido sacarme los colores a base de piropos de esos tan halagadores como brutos, casi metiendo la cabeza por mi ventanilla. El resultado ha sido que así no hay quien aparque. He mirado un par de veces más las dimensiones, he procesado las burradas y he decidido que sin un mínimo de concentración aquello iba a resultar más que imposible. Así que los piropos me han costado un ticket para que mañana me dejen dormir media horilla más. Me he sentido medio gilipollas por irme de allí, pero he decidido tomármelo con humor.
La siguiente escena ha sido en el ascensor de mi casa. Subo, cierro la puerta, me giro, y veo una nota que dice: “MC, tengo algo tuyo (Braguitas)”. El otro día tendiendo, se me cayeron, pues eso, unas braguitas, a casa de la vecina. Y lo mejor de todo fue que se me tuvieron que caer las bragas feas, las más viejas y feas que tenía. El hecho de que este tipo de bragas estuviera entre mi colada puede dar una idea del momento sentimental-sexual que estoy atravesando. Las bonitas están dobladas en el cajón. Las feas pasan por mi lavadora. Creo que no hace falta más detalles… Es obvio. Por suerte, la señora de abajo no es el bombero macizo del pueblo. Afortunadamente estoy segura de que mis bragas siguen siendo mucho más pequeñas y monas que las suyas. Pero bueno… El caso es que la nota me ha parecido del todo indiscreta, pero me ha hecho mucha gracia, porque venía de buen humor. Así que le he escrito otra nota que decía: “Mañana paso a recogerlas, hoy he llegado muy tarde. Gracias Paquita”. Nada más escribirla, he caído en la cuenta. He vuelto a mirar su nota. En realidad había leído mal y la pobre mujer, tan solo había escrito “MC, tengo algo tuyo (Paquita)”. Creo que se han oído mis carcajadas en todo el bloque.
Con los ojos todavía llenos de lágrimas he entrado en casa. Odio que suene el maldito teléfono cuando llego a estas horas, pero ha ocurrido de nuevo. Era mi hermana. Y me ha llamado para contarme un sueño. Dice que ha soñado que yo trabajaba como puta de lujo. Y que la pobre se ha pasado toda la noche echando cuentas hasta que pudo ajustar los gastos y ofrecer pasarme todos los meses 500 euros para que pudiera dejar ese trabajo que me tenía tan estresada…(Supongo que en su sueño estarían en activo mis bragas más bonitas y no las que me ha recogido Paquita) Al final, contándome los detalles ha conseguido que de algo que odio tanto haya salido una conversación agradable que me ha hecho reír otro buen rato.
En fin, todas estas tonterías que cuento son tan sólo para resaltar que hay momentos en que cualquier gilipollez te puede alegrar el día. Evidentemente no es la gilipollez en sí, supongo que es la predisposición. Y yo hoy estaba predispuesta. Y tengo unas pequeñas agujetas en los mofletes, que eso siempre es buena señal.
Siento ser repetitiva, pero esta canción es la que me ha dado la paz para hacer 4 horas de maravillosas fotos como la que aquí pongo. (Que sé que sólo me emociona a mí, pero bueno, por si a alguien le interesa son células de un nervio)