Cuando alguien no conoce la fórmula que usas en tus cálculos,
no entenderá cómo pudiste llegar al resultado. Incluso no se lo creerá. Pero nos dará igual. Nosotros la sabemos y la seguiremos usando. Porque la raíz cúbica
de la integral de algo que sólo nosotros conocemos nos da como resultado lo que
nos da. Y de poco sirve que el resto no lo entienda. Estamos hartos de hacerlo,
y sabemos que funciona. Así que quien quiera entender algo, que se aprenda la
fórmula.
Así que los años nos dan un poco de ese “saber” a todos, pero
a cada cual el suyo. A cada cual su fórmula. Y cuando los diablos se van haciendo
viejos, empiezan a echar cada uno sus cuentas. Y al más mínimo intento de
puesta en común, llega el caos y la confusión. Porque todos creen tener razón.
Y lo cierto es que todos la tienen.
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