De
repente algo te hace retroceder. Dar un salto hacia atrás. Y cuando intentas
ver en qué punto estás, da igual… Sólo miras hacia adelante y te preguntas cómo
demonios pudiste haber llegado tan lejos hace tan sólo unos instantes.
Leer en
diagonal es una de mis manías. La manía de ir rápido y a saltos por la vida. De
querer saberlo todo leyendo tan sólo la palabra más atractiva de cada frase. Pero a veces no funciona. Y tras un par de
páginas te das cuenta de que no entendiste nada. Algo importante se te escapó. Y
hay que dar marcha atrás…
Y quien
no sabe leer, suele escribir mal. Siempre
me gustó escribir compulsivamente. E impulsivamente. De forma casi incoherente.
Pero a
veces, aún con el cerebro hirviendo lleno de frases que quieren salir, frenas y
piensas en cómo crees que será el final. Y te das cuenta de que hay párrafos que
no encajan. Frases escritas tan rápido que ahora no sabes cómo continuar.
Podría
tratar de buscarles sentido.
O quizá
borrarlo todo y admitir que me equivoqué. Que quien escribe rápido ha de parar
de vez en cuando tranquilo y releer. Que nunca es buena idea leer en diagonal.
Hoy toca música sin letras:
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