21 de octubre de 2011

Incoherencias

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Hoy me contaron una historia de amor muy bonita. No sé si el adjetivo bonito es el más apropiado. El adjetivo apropiado para esta o cualquier otra historia depende del punto de vista del observador. Del tipo de detalles con que uno decida quedarse. Depende de si decides idealizarla, ser romántico o si por el contrario decides ser práctico y realista. Si hablamos de amor supongo que se tiende a idealizar. Yo al menos esta vez lo he hecho.
Pero es cierto que resulta raro llamar bonita a una historia en la que dos personas enferman por ese amor. Literalmente, en forma de depresión mayor. En la que dos personas viven tiempo después atormentadas aún sin estar juntas. En la que aún lloran. En la que aún a veces llegan al insulto y después al perdón. Al olvido, al reencuentro. De la total desconfianza a la más absoluta necesidad. Las circunstancias eran demasiado turbias y voluntariamente, contra su propia voluntad, ambos decidieron hace tiempo que lo mejor era no estar juntos. Pero como siempre que se decide algo voluntariamente, en contra de la propia voluntad, esta incoherencia no deja de jugar malas pasadas. De coger para soltar. De acercarse justo antes de salir corriendo. Y pueden pasar cosas como llamar tan sólo para decir que no quieres hablar. Ir hasta la puerta del otro para decir que no quieres verle. Tocarle al decirle que no quieres su contacto nunca más. O desear que encuentre otra persona para que definitivamente algo te obligue a renunciar.
Siendo prácticos, la incoherencia no lleva a más sitios que a la locura. Y siendo realistas, enfermar no es nada bueno. Quizá si me hubieran contado esta historia hace tiempo, cuando mi vida y mi amor eran una línea perfectamente plana, hubiera sido mucho más fría. Lo hubiera mirado con ojos prácticos y realistas y le hubiera recomendado un buen psicólogo. O quizá (probablemente) me hubiera muerto de la envidia. No lo sé. Pero hoy se me quedó cara de ternura mientras escuchaba aquella historia. No he podido ser práctica.  Soy una romántica, al menos hablando del amor ajeno.
Si hablo del propio, aún no sé muy bien cuál es mi actitud. Durante mucho tiempo me creí una persona práctica. Que clasificaba las cosas en fáciles o difíciles, seguras o inciertas, cobardes u osadas. Y ante la duda optaba siempre por lo primero. 
Un buen día me volví osada. Y como consecuencia de esa osadía me creí fría e imperturbable. Cambié todos mis conceptos. A lo práctico y fácil lo llamé cobarde. A lo romántico lo llamé peligroso.
Cuestión de lógica; si me volví osada, dejé de ser práctica y cobarde. Luego entonces soy valiente. Y los valientes no temen el peligro.  Pero a mí me atrae tanto como lo temo. Se fue a la mierda la lógica. Vivan las incoherencias! De todos modos da igual. De momento no hay peligro ni enemigos a la vista. Así que mientras pueda seguiré disfrutando de ser valiente con las historias de los demás.

Hablando de las incoherencias del amor, arriba os pongo un cuento muy bonito de Jorge Bucay. Y nunca mejor dicho, creo que todos deberíamos aplicarnos el cuento, seamos princesas, pretendientes, osados o cobardes.

5 comentarios:

  1. Siempre se es más valiente con las historias de los demás, eso es lógico.
    El valiente sí tiene miedo pero se enfrenta a ellos, El que no tiene miedo es un temerario.
    Aunque no haya peligro, de momento, no bajes la guardia pues éste aparece en el lugar más inesperado.
    Y Bucay...Grande, este hombre siempre hace pensar.
    Gran post. Mary?jeje.

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  2. Elegiste instalarte en un torbellino. Escribir ya es una aventura peligrosa. Y no es la única llamada que escuchas. Un músico cantaba que "la belleza camina por un filo de navaja", otro, recientemente, añadía que "el vértigo es la perfección de la belleza". En cualquier caso, creo que estos caminos no son elegidos. Ellos te eligen a ti. El reciente premio Príncipe de Asturias de las Letras dijo una vez: "la poesía no es una vocación, es un veredicto".

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  3. Ok Miguelón. Entonces me consuelo con saber que no soy una temeraria...!!! Y lo del lugar más inesperado me hace partirme de la risa ahora mismo... Aún estoy currando hoy... así que al ritmo que voy el lugar más inesperado se va a acabar reduciendo a lo que hay dentro de unas cuantas paredes... Así que como inesperado, se me ocurre,mmmmmmmmm.... no sé... Espera que voy a mirar en el baño de señoras o en el armario de productos inflamables....JAJJAJAJAJAJAJA. En fin... Estoy que me subo por las paredes. Bendito humor!

    Hank supongo que llevas razón. Ya lo de escribir es una aventura. No sé si peligrosa, pero lo que sí no es seguro es cobarde, a veces tampoco fácil y creo que ni siquiera práctico. Lo bonito es peligroso, sí.
    Gracias como siempre por esas citas....

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  4. Siempre he creido que el amor es un desarreglo hormonal que hay que medicar....
    Afecta a la salud mental tuya y a los que te rodean.Y recemos para que la " víctima" que recibe esa "invasión afectiva" se deje "infectar" y los dos compartan la misma enfermedad.
    No es valentía,ni cobardía,solo enajenación mental.
    Solo los años ,una hipoteca y unos cuantos niños te pueden hacer sanar.
    Lo del psicólogo es inútil... el virus es inmune.jajaja.
    SALUDOS (NO TE CONTAGIES)

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  5. Oscar, qué feo lo pones!! (Menuda dosis de realidad la tuya...) En todo lo que has dicho yo cambiaría la palabra "amor" por "fase de enamoramiento". Esta fase sí que es verdaderamente un desarreglo hormonal y una fiesta de neurotransmisores que nuestro organismo no podría soportar indefinidamente. Por eso, los receptores de los neurotransmisores llegan a lo que llamamos adaptación (ocurre con esto y con muchos otros estímulos) Y esto, traducido, significa que dejamos de tener mariposas, sudores y taquicardias y pasamos a la fase de pelearse por el mando de la tele o por la marca de leche que hay que comprar.
    De momento, procuraré no contagiarme, pero no hay que olvidar que las infecciones refuerzan el sistema inmune. Y eso es bueno!!! jajajaj. Saludos!

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