Es curioso pensar en cómo influyen las medidas en nuestra vida. La definición de unidades nos sirve constantemente para ubicarnos en el tiempo y el espacio. Las palabras que hemos creado nos permiten concretar, y si queremos enfriar, frases como “aún es pronto” o “ya ha pasado mucho tiempo”. “Ahora estás muy lejos” o “quiero tenerte cerca”. Podríamos medir en años, días, horas, minutos, segundos o fracciones de segundo todo ese tiempo que ha pasado. Y podríamos poner un número preciso a todos esos kilómetros, metros, centímetros o milímetros que nos separan. Todo se reduce a una escala, que a medida que creces y te familiarizas con ella, te permite saber si aquello es poco, mucho o demasiado. Conceptos esta vez subjetivos. Tanto, que también a medida que creces, los aplicas de forma radicalmente distinta.
Nuestro calendario de mesa, lleno de tachones, círculos y flechas, viene dado por los quehaceres del sol. El sol, las órbitas, los ejes… trabajan y hacen sus cosas y periódicamente te susurran al oído aniversarios. No nos dicen si ya hace poco, mucho o demasiado. Tan sólo nos dicen que fue hace un año.
Pocos son los que se resisten siquiera a oír esos susurros. Para recordar grandes eventos. Para grandes y pequeñas desgracias. Para insignificantes o determinantes acciones. Un buen día miras el calendario y casi sin querer lo oyes. Hoy podría hacer 10 buenas experiencias desde aquello. O 10 decepciones. 10 nuevas personas conocidas. O 10 noches de soledad. 10 buenas noticias. O 10 cosas que preferirías olvidar. Hoy podría hacer 100 veces que te has lamentado de aquello, o 100 que te alegras de que haya ocurrido. Pero lo importante parece no importar. El calendario dice que hoy hace un año. Del resto, nadie lleva la cuenta.
En los últimos días no pude eludir el susurro de un aniversario vital. Pero me di cuenta de que no hace un año de una vida nueva. Me da igual el sol, los ejes, las órbitas y las unidades.
En realidad tanto hoy, como ayer o mañana, hace muy poco tiempo desde aquella decisión acertada. Hace mucho desde aquella decepción. Hace ya demasiado de aquella angustia. Y no hace tanto de aquel nuevo miedo.
Y llevo todo un año solar celebrando mi aniversario vital de forma continua y a veces progresiva. Todos los días que se puede… Cada vez que me percato de que hace poco de lo bueno. Y a cada momento que siento que ya hace mucho más de lo malo.
Aquí va una canción que descubrí hace apenas un año y que inevitablemente ya ha quedado asociada a todo lo bueno y también a alguna que otra cosa mala de estos casi 12 meses:
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