Los días pasan como hojas de un libro.
Lo que estuvo delante ahora queda detrás.
Aprendo de las que pasan,
me inquietan las que quedan por llegar.
Sumo hojas a lo vivido,
resto de lo que vendrá.
Y a cada hoja un sentimiento nuevo conmigo,
a cada suma un dolor más.
Y por cada resta en el camino,
un recuerdo más al desván,
como polvo que se queda de inquilino,
hasta que alguien lo venga a limpiar.
Quisiera tirar trastos viejos
que cada día pesan más,
que en esta azotea no hay ya sitio
para más hojas de miedo y ansiedad.
Y despejar el camino que va del pecho al desván,
por si alguien quiere subir a habitar
este nido de madejas que no consigo desatar.
La utopía de un nuevo libro
y de alguien que lo lea hasta el final.
Hoy me planto en esta hoja,
en este capítulo sin acabar,
porque esta madeja es ya muy larga,
se enreda y no me deja caminar.
Quiero leer estas frases contigo,
las próximas ya se improvisarán.
Que se encargue de ello el destino,
que los créditos se escriben siempre al acabar.
Y mientras uno está vivo
ResponderEliminarla cosa no se acaba con un punto
sino con punto y seguido.
Cierto! Y lo más maravilloso es no saber qué viene después de cada punto.
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