Quiero que pierdas
ese vuelo. Y al saberlo sentir una extraña mezcla de alegría y culpabilidad.
Volver a pensar hoy si existen las casualidades o si todo ocurre por o para algo.
Quiero que siga siendo un misterio. Pero sólo un rato más. Después quiero que quedemos
en el cruce oscuro de aquella calle. Buscarte. Encontrarte. Ponerme nerviosa al
mirarte a los ojos. Sentir que se para
el frío tras un solo abrazo. Quiero escuchar tu voz y sentir que suena igual
que en aquella canción. Meterme en tu cabeza y descubrir que tienes ese cerebro
que el mío anda buscando.
Ahora quiero que
te vayas en busca de tu próximo avión. Despedirte con un frío abrazo. Y mirarte
con seguridad. Oír tu voz educadamente ajena diciendo adiós. Reírme de la
casualidad. Volver a casa y escuchar aquella canción. Quiero sentarme a
escribir lo que quiero, tal y como te prometí.
Y ahora quiero
quedarme contigo antes de perder aquel vuelo, en un mundo irreal de frases sin
voz que amenazan con cometer locuras a deshora. En el
instante en que mi cordura empieza a aburrirse y a imaginar.
Quiero que pienses en un parque, con un Lago, un café en la mano e inventes un rostro y unos ojos a los que mirar. Quiero que creas
en el destino de la casualidad, en la magia de los momentos de inminente
final. Que dudes entre la cordialidad y el deseo de los abrazos. Que imagines tu propio final.