Unos cuantos ladrillos en medio
de una ciudad.
Eso sería aquella pared, si no fuera porque aún no ha dejado de sangrar.
Pero nadie la mira. Los muy idiotas no sienten nada al pasar.
No se
imaginan que aquel muro fue el escenario donde murió una obra brillante,
orgásmica, trágica, sobrenatural.
Que nos vio actuar, excitarnos, mentir y romper a llorar.
Que nos vio actuar, excitarnos, mentir y romper a llorar.
Hoy, como tantas otras veces, hubiera querido abrirme heridas y sangrar por la
ciudad. Curármelas, abrirlas y volver a sangrar.
Bajar al infierno donde me
dejaste y pasear.
Porque la luz de aquí arriba también quema.
Porque anhelo morir en otro trágico final.
Porque la luz de aquí arriba también quema.
Porque anhelo morir en otro trágico final.
Buena música que se descubre entre acto y acto